La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe para la Catedral de México en 1673.
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Sánchez Reyes, GabrielaPalabras clave
Virgen de Guadalupeayate
reliquia
brandea
capilla de las reliquias
reliquia por contacto
Publication date
2019Abstract
Durante la segunda mitad del siglo XVII surgieron una serie de prácticas
piadosas entorno a la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuyo santuario se
encontraba al norte de la ciudad de México; con la intención de acercar ciertos
objetos a los fieles y que funcionaban como reliquias. De alguna forma eran
un tipo de recuerdos del peregrinaje al santuario, como los cabos de velas o
incluso tierra que eran muy apreciados por ser una especie de prenda sagrada
que aliviaría las enfermedades. Una reliquia que seguramente representó
un privilegio al portador, fue un fragmento del sagrado original de la imagen
guadalupana, es decir, fracciones del ayate. Uno de estos fue donado por el
bachiller Antonio de Salvatierra en 1673 a la Catedral. Dada su relevancia,
se integró a la colección de relicarios y en particular estuvo en el retablo de
la Capilla de las Reliquias que se contrató en 1698, este episodio no había
estudiado antes y refleja la importancia de las reliquias de contacto ...
Durante la segunda mitad del siglo XVII surgieron una serie de prácticas
piadosas entorno a la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuyo santuario se
encontraba al norte de la ciudad de México; con la intención de acercar ciertos
objetos a los fieles y que funcionaban como reliquias. De alguna forma eran
un tipo de recuerdos del peregrinaje al santuario, como los cabos de velas o
incluso tierra que eran muy apreciados por ser una especie de prenda sagrada
que aliviaría las enfermedades. Una reliquia que seguramente representó
un privilegio al portador, fue un fragmento del sagrado original de la imagen
guadalupana, es decir, fracciones del ayate. Uno de estos fue donado por el
bachiller Antonio de Salvatierra en 1673 a la Catedral. Dada su relevancia,
se integró a la colección de relicarios y en particular estuvo en el retablo de
la Capilla de las Reliquias que se contrató en 1698, este episodio no había
estudiado antes y refleja la importancia de las reliquias de contacto en el
culto guadalupano.
During the second half of 17 th Century some pious practices emerged on
the image of the Our Lady of Guadalupe in Mexico City, with the intention of
bringing certain objects closer to the faithful that work as relics. Somehow,
those objects were a kind of memento of the pilgrimage made to the sanctuary,
something sacred that would relieved illnesses or help over the adversity;
such as candles or even earth. The Tilma relic surely represented a privilege.
The bachelor Antonio de Salvatierra donated one of these fragments in 1673,
to the Cathedral. For his relevance, it was part of the collection of reliquaries
and in particular was located on the altarpiece of The Chapel of the Relics,
contracted in 1698, and had not studied before.